La Meta by Eliyahu M. Goldratt

La Meta by Eliyahu M. Goldratt

Author:Eliyahu M. Goldratt
Language: es
Format: mobi
Tags: prose_contemporary
ISBN: 9788479787189
Published: 2011-11-28T23:00:00+00:00


24

A la mañana siguiente me encuentro de nuevo saludando a Jonah, mientras sale por la puerta de embarque número dos del aeropuerto local.

A las diez estamos en la sala de conferencias. Asisten Stacey, Bob, Lou y Ralph. Jonah se pasea delante del grupo.

—Empecemos con algunas preguntas elementales. Primera: ¿Se ha llegado a determinar con precisión las piezas que les están causando problemas?

Contesta Stacey, parapetada detrás de una auténtica muralla de papel y dispuesta a responder al fuego más graneado. De entre el papeleo, extrae una lista.

—Efectivamente, hemos identificado ese material. Durante toda esta noche he localizado las piezas y las he comprobado con las existencias de la planta. El problema se extiende a treinta piezas.

—¿Están seguros de haber suministrado el material para las piezas?

—No hay dudas al respecto. Ha sido suministrado dentro del plazo, pero las piezas no han llegado al montaje final, sino que han quedado retenidas en el nuevo cuello de botella.

—Alto ahí. ¿Cómo sabe que es un nuevo cuello de botella?

—Bueno, supongo que si se retienen las piezas...

—Antes de llegar a conclusiones, mejor será invertir media hora en investigar in situ qué está ocurriendo.

Poco después, nos encontramos en la planta frente a una de las fresadoras. A su lado hay una gran pila de piezas, etiquetadas todas ellas con una tarjeta verde. Stacey señala las piezas que se están echando en falta en la sección del ensamblaje final. La mayoría de esas piezas se encuentran aquí y todas son verdes. Bob llama al encargado, un fornido sujeto que responde al nombre de Jake. Le Presenta a Jonah.

—Así es. La mayoría de estas piezas llevan ahí dos, tres o, incluso más semanas —dice Jake.

—Pero son las que necesitamos ahora. ¿Cómo es que no han sido procesadas? —le pregunto.

Jake se encoge de hombros.

—Usted sabrá qué piezas necesita. Ahora mismo se las procesamos. Pero eso va contra las reglas de ese sistema suyo de prioridades.

Señala algunas cestas de material muy próximas.

—¿Ve ésas de ahí? Todas son rojas. Nosotros siempre hacemos ésas primero, antes de tocar cualquier otra. Como nos han mandado.

El panorama parece irse aclarando.

—¿Quiere decir —apunta Stacey— que han dedicado todo el tiempo a las etiquetadas en rojo, mientras el material verde se ha ido acumulando?

—La mayor parte, sí. Sólo tenemos veinticuatro horas al día, ¿sabe?

Jonah pregunta qué tanto por ciento del trabajo se dedica a las piezas para los cuellos de botella.

—Entre un setenta y cinco y un ochenta por ciento. Todo lo que va a la NCX-10 o a los hornos pasa primero por aquí. Mientras sigan llegando piezas rojas, y no lo han dejado de hacer ni un segundo desde lo del nuevo sistema de prioridades, no nos queda tiempo para las verdes.

Nos quedamos un momento en silencio. Miro las piezas y miro a Jake, y seguidamente, a las máquinas. Y, como un eco de mis propios pensamientos, Donovan estalla.

—¿Y ahora qué hacemos? ¿Cambiamos el etiquetado, las verdes por las rojas?

Me siento frustrado.

Me temo que la única solución sea la vía de urgencias.

—No, es justo lo que no se puede hacer.



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